miércoles, 6 de agosto de 2014

EL ALCOHOL Y SUS EFECTOS.

El alcohol es una de las drogas que por su fácil acceso y la propaganda que recibe, se ha convertido en un verdadero problema social en casi todos los países y en todas las edades a partir de la adolescencia. El alcohol es la droga más ampliamente empleada por los adolescentes, existen evidencias de un elevado índice de alcoholismo entre los jóvenes. Quizá mucha gente piense que mientras no se convierta en alcohólico típico, las consecuencias de beber frecuentemente y en altas dosis no son tan graves. Pero los estragos del alcohol pueden ser graves y muchos de ellos irreversibles. El beber todos los días en pequeñas cantidades iguales se considera alcoholismo. Ya que provoca una dependencia física, primaria o secundaria hacia la sustancia alcohólica. Las personas recurren al alcohol por que les produce placer, inhibición, para sentirse bien, para descansar, estar más a gusto y para ser aceptados. Aunque también, está el efecto de la publicidad que hoy en día es muy influyente, sobre todo en los jóvenes.



El alcoholismo es una enfermedad crónica, progresiva y a menudo mortal; es un trastorno primario y no un síntoma de otras enfermedades o problemas emocionales. 

 La OMS define el alcoholismo como la ingestión diaria de alcohol superior a 50 gramos en la mujer y 70 gramos en el hombre. El alcoholismo parece ser producido por la combinación de diversos factores fisiológicos, psicológicos y genéticos. Se caracteriza por una dependencia emocional y a veces orgánica del alcohol, y produce un daño cerebral progresivo y finalmente la muerte.

El alcoholismo afecta más a los varones adultos, pero está aumentando su incidencia entre las mujeres y los jóvenes.

INFORMACIÓN GENERAL

Las acciones farmacológicas que provoca el alcohol se manifiestan a diversos niveles, siendo la más importante la parálisis descendente inespecífica del sistema nervioso central, que afecta la corteza cerebral, con desinhibición de los centros subcorticales, en primer lugar. A continuación, el cerebelo, médula espinal y bulbo, con depresión de los centros respiratorios. La acción está relacionada con la concentración de alcohol que se alcanza en sangre, produciéndose estado de coma cuando se alcanzan concentraciones superiores a 3 g/I. En concentraciones inferiores produce una sensación de euforia y analgesia, que facilitan el vínculo psicosocial del hábito de beber alcohol. En este sentido su efecto es sedante o tranquilizante, como produce euforia, el bebedor notará que cuando ingiere cierta cantidad de bebida alcohólica, su animo se exalta.

A nivel hepático provoca inhibición de glicogénesis, aumento de síntesis de triglicéridos, disminución de la actividad del ciclo de Krebs y reducción de la oxidación de ácidos grasos.

A nivel del aparato circulatorio a dosis moderadas produce vasodilatación periférica, pero vasoconstricción coronaria y esplénica (intestinal), mientras que en dosis altas provoca depresión de los centros vasomotores del bulbo, ya que el abuso del alcohol aumenta la resistencia al flujo sanguíneo y puede provocar trastornos en el aparato circulatorio y también hemorragias.

Otras acciones, generalmente tóxicas, son a nivel del aparato digestivo ya que produce irritación de las mucosas e interferencia con la absorción de lípidos, minerales, ácido fólico y algunas vitaminas (B12). En el músculo, produce alteraciones estructurales de la fibra muscular, que pueden llevar a miopatía. En médula ósea provoca anemia macrocítica y sobre el nervio óptico puede llegar a causar atrofia.

El alcohol se metaboliza en el hígado en un 90-98% oxidándose y originando acetaldehído. Aquí alcohol pone en particular peligro al hígado, ya que el alcohol se convierte en una sustancia aún más tóxica, acetaldehído, que puede causar un daño sustancial, incluyendo cirrosis en 10% de las personas que sufren de alcoholismo. El daño hepático es más común y se desarrolla más rápidamente en las mujeres que en los hombres con historias similares de abuso de alcohol (dentro del tracto gastrointestinal, el alcohol puede contribuir a la causa de úlceras y pancreatitis, una infección grave del páncreas). En una escala menor, puede causar diarrea y hemorroides). Esto se realiza por la alcoholdeshidrogenasa que representa el 80 % de su metabolismo. Otra vía es mediante intervención del sistema de oxidación de etanol microsómico que representa un 20 % y mediante el sistema de la catalasa, que tiene menor importancia. Una vez formado el acetaldehído, se transforma en acetato, que se incorpora al ciclo de Krebs.

La enfermedad o toxicomanía alcohólica es un proceso gradual, que se desarrolla entre 15-20 años y que pasa por diversas fases, debido al uso continuado de alcohol ya que se crea una dependencia fisiológica y psicológica, ya que las personas tienden a sentirse bien con el alcohol y creen que con ninguna cosa pueden sentirse mejor por que les ayuda a olvidar problemas, etc. La evolución puede ser más corta, dependiendo de la sensibilidad individual y de la cantidad ingerida. Una ingesta diaria de menos de 80 g. De alcohol puro puede considerarse segura, mientras que por encima de los 160 g. existe una casi total seguridad de desarrollar alcoholismo y adquirir trastornos tóxicos, principalmente hepáticos.

Los efectos clínicos inmediatos dependen de la cantidad ingerida correlacionándose los efectos con la cantidad de alcohol en sangre o alcoholemia.

Al principio, con pequeñas cantidades, actúa como depresor (no como excitante) del sistema nervioso central. Se produce una conducta más instintiva, comportamiento espontáneo, estado de ánimo elevado y disminución de la ansiedad, dando una sensación subjetiva de mayor confianza en sí mismo y mayor osadía. Se produce locuacidad, pérdida de control emocional y disminución de juicio objetivo y capacidad autocrítica. Con la ingestión de cantidades mayores conducen a un cuadro de embriaguez, acentuándose las vivencias anteriores, tornándose el estado anímico variable, con oscilaciones eufóricas, agresivas y depresivas, pérdida de atención y memoria, trastornos de la percepción, incoordinación motora y somnolencia.

Alteraciones psicosociales

Las alteraciones psicosociales graves llevan a la marginación social definitiva. Aparecen alteraciones de carácter, con irritabilidad, autoengaño, tendencia a la tristeza, sentimientos de culpabilidad, suspicacia, paranoidismo, celotipia y sentimiento de soledad. Las alteraciones de conducta se refieren a la búsqueda de pretextos para beber y preocupación por tener bebidas alcohólicas y sintomatología de embriaguez cuando se produce.

Existen asimismo manifestaciones sociopatológicas, bien familiares como es el desajuste, disgregación y degradación familiar. En el aspecto laboral el absentismo y la baja laboral, descenso de rendimiento e incapacidad, con producción de accidentes son las manifestaciones principales. En el aspecto social las principales manifestaciones son la pérdida de interés, con aumento inicial y posterior disminución de la sociabilidad, pérdida de hábitos higiénicos y tendencia a la marginación, con posibilidad de conductas delictivas o antisociales.

Junto a las manifestaciones anteriores, existen manifestaciones físicas, como pérdida de apetito, algias, gastrálgias, pirosis, náuseas y aparición de síntomas de trastornos psiquiátricos (delirios paranoides, síndromes depresivos y alteraciones de la memoria) y alteraciones neurológicas (temblor, polineuritis) así como alteraciones hepáticas, fundamentalmente hepatitis.

El paso a la adicción del alcohólico se puede definir cuando hace presencia el síndrome de abstinencia. Según la gravedad debe hospitalizarse al paciente y vigilancia estrecha de las constantes vitales.

El síndrome de abstinencia y sus síntomas

El alcoholismo provoca síntomas indeseables como temblores, nerviosismo, irritabilidad o taquicardia (frecuencia cardíaca mayor a 100 latidos por minuto) cuando deja de tomar, lo cual es conocido por los médicos como síndrome de abstinencia. Dicho fenómeno ocurre por adaptación del cerebro a los efectos depresores del alcohol, sufriendo un estado anormal de excitación cuando el individuo suspende su consumo. En algunos casos es de gran intensidad, dando lugar a confusión, alucinaciones, agitación, alteraciones del ritmo del corazón, vómito, sudación o convulsiones, lo cual corresponde al llamado delirium tremens. Tales casos constituyen una emergencia médica que puede ser mortal si no recibe tratamiento oportuno.

La vida de los sujetos con dependencia al alcohol gira en torno a la bebida y pasan gran parte del tiempo buscando, consumiendo o recuperándose de los efectos del licor. Abandonan otras actividades sociales o recreacionales por ese motivo y tienen dificultades para detenerse una vez han comenzado a beber. Muchas personas que han pasado por esa fase han intentado sin éxito abandonarlo y continúan el hábito a pesar de las consecuencias físicas o psicológicas que ello conlleva.

Los tratamientos aversivos son de base reflexológica e intentar condicionar una repulsión al alcohol. Las técnicas se basan en la asociación de la toma de alcohol con un estímulo desagradable. Una forma particular consiste en el empleo de fármacos interdictores del alcohol (disulfiram, sulfonilurea, etc.) que inhiben la acción de la alcoholdeshidrogenasa, aumentando la concentración de acetaldehido, con desagradables sensaciones físicas. También deben emplearse terapéuticas psicosociales para evitar las posibles recaídas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario